Carameliza las cebollas. Calienta 3 cucharadas de aceite de oliva en una olla grande a fuego medio-bajo. Añade las cebollas cortadas en rodajas finas y remuévelas para cubrirlas con el aceite.
Cocina las cebollas durante unos 15-20 minutos, removiendo a menudo, hasta que se ablanden. A continuación, sube el fuego a medio-alto y añade el resto del aceite de oliva y la mantequilla.
Sigue removiendo durante otros 15 minutos hasta que las cebollas empiecen a dorarse. Espolvorea con azúcar y añade 1 cucharada de sal.
Sigue cocinando otros 10-15 minutos hasta que las cebollas estén bien doradas. Después, añade el ajo y cocina durante un minuto.
Desglasa la olla con el vino blanco. Añade el vino a la olla y raspa los trozos dorados de las paredes y el fondo de la olla.
Añade el caldo de carne, el tomillo y las hojas de laurel y ponlo a hervir a fuego lento. Baja el fuego y tapa la olla para que hierva a fuego lento. Cocina durante unos 30 minutos. Sazónala al gusto con sal y pimienta negra, y desecha la hoja de laurel.
Tuesta el pan francés mientras la sopa se cuece a fuego lento. Precalienta el horno a 450 °F y cubre una bandeja con papel pergamino.
Unta ligeramente ambos lados de las rebanadas de pan francés con aceite de oliva y mételas en el horno para que se tuesten hasta que estén ligeramente doradas. No deberían tardar más de 5-7 minutos.
Saca las rebanadas de pan del horno y espolvorea con parmesano y gruyere rallados. Cuando se acerque la hora de servir, vuelve a meterlas en el horno hasta que el queso esté burbujeante y ligeramente dorado.
Es el momento de servir la Sopa del Día. Sirve la sopa en un cuenco y cubre cada cuenco con las tostadas de queso. Et voilà. ¡Tu sopa de cebolla sabrá como en Francia!