Coge una olla y ponla a fuego medio. Ahora podemos añadir la nata espesa, la leche evaporada, el queso crema, la mostaza en polvo y la maicena.
Sigue batiendo los ingredientes hasta que esté completamente suave. Si ves que la mezcla queda demasiado espesa, puedes añadir un chorrito más de leche evaporada para ayudar a diluirla un poco. Pero ten cuidado de que no quede demasiado líquida.
Una vez que todo esté batido, espera a que rompa a hervir. Esto es muy importante, ya que si añadimos el queso antes de que esté lo suficientemente caliente, no se derretirá bien, lo que dará lugar a una salsa de queso con grumos.
Empieza a añadir el queso cheddar rallado a la leche y bate después de cada taza, comprueba que se ha incorporado completamente antes de añadir la siguiente taza. Repite la operación hasta utilizar las 4 tazas de cheddar.
Añade una pizca de sal al gusto, recuerda ir ligero si has decidido utilizar alguna especia adicional que ya sea salada.
Por último, podemos añadir la salsa picante y cualquier condimento o especia adicional si has decidido utilizar alguno. Remueve bien para asegurarte de que todo se ha incorporado y de que la salsa es agradable y suave.
¡Ya está lista para servir! Puedes ponerla en un cuenco para usarla como salsa para mojar o verterla sobre la comida directamente.