Empieza por coger un cazo y calentar media taza de la nata espesa. Utiliza fuego medio y comprueba que se está calentando, no estamos intentando que hierva, así que si ves que empieza a burbujear retírala del fuego inmediatamente.
Mientras se calienta la nata podemos añadir las yemas de huevo y 1/4 de taza de azúcar (no el azúcar en polvo) y batirlas. Sigue batiendo hasta que te quede una mezcla bonita y esponjosa de color amarillo claro.
¿Has vigilado la crema, verdad? Cuando esté lo suficientemente caliente, retírala del fuego y decántala toda en el bol de la batidora. Mézclalo todo (usando un ajuste de velocidad baja si tienes un batidor eléctrico) y luego vierte todo en la sartén.
Sigue calentando todo a fuego medio, la mezcla debería empezar a espesar. El objetivo es que la mezcla alcance los 160 °F, momento en el que también debería estar bien espesa, y entonces podrás retirarla del fuego.
Ahora podemos añadir la sal marina, el extracto de vainilla, la mezcla de pudín de vainilla de tu elección, la canela y los plátanos (asegúrate de cortarlos un poco antes).
Bátelo todo junto hasta que todo esté bien combinado y tengas una mezcla rica y espesa.
A continuación, coge un bol aparte y vierte el resto de 1 taza y media de nata espesa, y bátelo todo bien. Deberías empezar a ver que se forman picos altos y esponjosos cuando retiras el batidor de la mezcla.
Una vez que lo tengas, en este momento añade el azúcar en polvo y, lo has adivinado, bate un poco más.
Ahora hay que combinar ambas partes. Coge la mezcla de plátano que has preparado antes y añádela a la mezcla de nata y azúcar en polvo y mézclala una vez más para que se combine todo.
Probablemente el paso más importante sea el de organizarlo todo.
Usando la crema batida, el pudín de plátano que acabamos de hacer y las obleas de vainilla, crea capas de estos 3 ingredientes como desees. Gruesas, finas, con más o menos capas, ¡la elección es tuya!
Una vez que hayas creado tu obra maestra, simplemente refrigera hasta que se enfríe, ¡ya está lista para servir!