Prepara todos los ingredientes cortando los pimientos en dados, cortando el cilantro, picando el ajo y, por último, rallando el queso.
Una vez preparados los ingredientes, coge una olla grande y ponla a fuego medio. A la misma hay que añadir una pequeña cantidad de caldo de pollo.
Una vez que ese caldo de pollo se haya calentado, echamos los pimientos y el ajo y los salteamos durante unos minutos hasta que se hayan ablandado y huelan a fragancia.
En el mismo recipiente, podemos añadir el cilantro, la sopa, los chiles verdes y los tomatillos a la olla y seguir cocinando.
Una vez que todo esté bien caliente y tierno (recuerda que no vamos a freírlos directamente), puedes pasar todo el contenido a una batidora.
Bátelo todo hasta que quede lo más suave posible y vuelve a transferirlo todo a la misma olla.
A fuego medio, empieza a añadir el queso. Añádelo poco a poco y remuévelo hasta que se incorpore completamente a la mezcla. Una vez que se haya derretido todo el queso, ¡la salsa estará lista!
Sólo tienes que pasarla a un recipiente adecuado para guardarla más tarde o servirla directamente sobre la comida que elijas.