Empezando por la salmuera, primero tenemos que añadir la Coca-Cola y la sal kosher en un bol metálico grande. Remuévelos juntos hasta que la sal se disuelva por completo.
Sólo cuando la sal se haya disuelto por completo, añadiremos los dientes de ajo, el tomillo picado y la salsa picante que prefieras. Remueve todo junto y la mezcla de salmuera estará lista.
Introduce todos los muslos de pollo en la salmuera, asegurándote de masajearlos brevemente con las manos para asegurarte de que no haya pliegues o zonas cerradas que impidan que la salmuera cubra completamente el pollo.
Cubre el recipiente con papel de plástico y resérvalo en el frigorífico durante 3-5 horas.
Mientras el pollo se está marinando, podemos preparar los condimentos/revestimiento.
Empieza por coger un plato ancho y poco profundo y añadirle las 3 tazas de harina.
A continuación, tenemos que añadir los condimentos, que incluyen 1 cucharada de sal kosher, 2 cucharaditas de pimienta negra, 2 cucharaditas de pimentón ahumado, 1 1/2 cucharaditas de ajo en polvo, 1 1/2 cucharaditas de cebolla en polvo y, por último, 1/8 de cucharadita de pimienta de cayena.
Mézclalo todo con un batidor para asegurarte de que todos los condimentos se distribuyen uniformemente por la harina.
A continuación, añadimos el aceite de cacahuete (o aceite/grasa de cocina) a un horno holandés y lo calentamos a fuego medio hasta que alcance una temperatura de 375 °F.
Saca los muslos de pollo de la salmuera y deja que caiga el exceso de mezcla, luego báñalos bien en la mezcla de condimentos asegurándote de dar unos golpecitos en el exterior para asegurar una capa más gruesa que se adhiera bien al pollo.
Baja con cuidado los muslos de pollo al aceite, no pongas demasiados a la vez (haz 3-4 a la vez como máximo) ya que corremos el riesgo de bajar demasiado la temperatura del aceite.
Hay que freírlos durante unos 5 minutos por cada lado, el exterior debe quedar bien crujiente y con un color dorado intenso.
Cuando cada muslo de pollo termine de cocinarse, pásalo a una rejilla para que escurra el exceso de aceite.
Dependiendo del grosor de los muslos, es posible que no se hayan cocinado del todo cuando el exterior haya terminado de freírse.
Para comprobarlo, basta con pinchar el pollo con un cuchillo y los jugos deben salir limpios.
Si no es así, hay que terminar de cocinarlos en el horno, colocándolos en una bandeja forrada con papel de aluminio y horneándolos hasta que alcancen una temperatura interna de 165°F.