En un bol grande, añade el azúcar moreno, el azúcar granulado y la mantequilla. Mézclalo todo hasta que quede suave y no se note ninguna aspereza en la textura.
Esto puede llevar un rato (y algo de destreza con el antebrazo). Con una batidora eléctrica, esta parte será mucho más fácil.
A la mezcla de mantequilla y azúcar añade los 2 huevos grandes y el extracto de vainilla. Mézclalos bien. Si lo deseas, puedes seguir utilizando la batidora eléctrica aquí también.
A continuación, añadimos la sal y el bicarbonato y empezamos a mezclar. Evita echarlo todo a la vez para asegurarte de que los ingredientes se incorporan bien a la masa de galletas antes de seguir adelante.
Podemos empezar a añadir la harina a la mezcla. Incorpora la harina poco a poco añadiendo sólo un poco cada vez. Mezcla continuamente mientras añades la harina hasta que se acabe y todos los ingredientes estén bien integrados en la mezcla.
Añade las pepitas de chocolate que prefieras (también puedes usar trozos de chocolate), ya sea negro, con leche o blanco, y si quieres añadir frutos secos puedes hacerlo en esta fase. Mézclalo todo para que esos ingredientes se distribuyan uniformemente por la mezcla.
En esta fase, podemos empezar a precalentar el horno a 375 °F.
Utilizando una bandeja de horno forrada con una bandeja para galletas (o una bandeja para hornear), empieza a echar la masa con una cuchara en la bandeja y presiona un poco para darle la forma de galleta. ¡Utilizar una cuchara para galletas es una gran idea en este caso si tienes una disponible!
Deja un espacio de 5 cm entre cada galleta, ya que se extenderán durante el proceso de horneado.
Hornea a 375 °F durante 12 a 15 minutos, pero conviene vigilarlas por si se cocinan un poco más rápido. Cuando estén bien cocidas, sácalas del horno y deja que se enfríen.
Una vez que se hayan enfriado, puedes servirlas directamente o guardarlas para más tarde, ya que esta receta rinde unas 30 galletas.