Pon una cacerola mediana a fuego lento y derrite con cuidado la mantequilla, con cuidado de que no se queme.
Una vez derretida la mantequilla, añade lentamente la leche y remueve un par de veces. Aumenta el fuego a medio/bajo. Añade la sal.
Removiendo con regularidad, lleva la leche casi a ebullición. Cuando la leche empiece a burbujear en el borde de la sartén, reduce el fuego a bajo.
Añade el queso americano. Los trozos deben estar rasgados o cortados en cubos, pero no es necesario que sean diminutos. Con una cuchara de madera o una espátula, remueve continuamente hasta que el queso se derrita y la mezcla esté suave.
Si el queso no se funde bien, aumenta ligeramente el fuego, removiendo continuamente para evitar que se queme. Vuelve a bajar el fuego a bajo cuando todo esté incorporado.
Añade los quesos cheddar blanco y fuerte, el parmesano y el romano. Remueve constantemente hasta que todo el queso se derrita y se incorpore a la salsa.
Retira la cacerola del fuego y deja que la salsa repose sin tapar de 10 a 15 minutos para que se espese mientras se enfría. Debe tener la consistencia del queso.
Pasa con cuidado la salsa de queso a una fuente de servir y ¡disfruta!